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Aprendiendo sobre interculturalidad

Migración

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Alejandra Vargas Rios

Cuando escuchas en un noticiero hablar sobre interculturalidad, ¿entiendes a qué se refiere el periodista al mencionar este concepto? ¿Encuentras alguna relación entre lo que sucede actualmente en tu entorno y el significado de esta palabra? ¿Crees que podrías explicar a otra persona con ejemplos qué es la interculturalidad, su importancia y su relación con la migración?

Para empezar, definamos interculturalidad. La UNESCO se refiere a ella como “la presencia e interacción equitativa de diversas culturas y a la posibilidad de generar expresiones culturales compartidas, a través del diálogo y del respeto mutuo”. Para Catherine Walsh, reconocida investigadora por su trabajo en interculturalidad, este concepto debe ser analizado desde tres aristas:

1. Relacional: basada en el contacto e intercambio entre culturas, el mismo que podría darse en condiciones de igualdad o desigualdad. Asumiendo así que la interculturalidad ha sido parte de la historia de América Latina porque siempre hubo una relación y contacto entre afrodescendientes, pueblos indígenas. Walsh puntualiza que el inconveniente de esta perspectiva es que “oculta o minimiza la conflictividad y los contextos de poder, dominación y colonialidad continua en que se lleva a cabo la relación”.

2. Funcional: caracterizada por el reconocimiento de la diversidad y las diferencias culturales. Tiene como objetivo la promoción del diálogo, convivencia y tolerancia. Dicha interculturalidad “es ‘funcional’ al sistema existente, no toca las causas de la asimetría y desigualdad sociales y culturales, tampoco ‘cuestiona las reglas del juego’”, dice Walsh refiriéndose al filósofo Fidel Tubino (2005).

3. Crítica: entiende la interculturalidad como un proceso, herramienta y proyecto que es construido desde la gente. Esta perspectiva necesita la transformación del sistema, sus instituciones, el cómo nos relacionamos y “la construcción de condiciones de estar, ser, pensar, conocer, aprender, sentir y vivir distintas. La interculturalidad entendida críticamente aún no existe, es algo por construir.” señala Walsh.

Tras referir algunas definiciones de interculturalidad, intentemos encontrar la importancia de la crianza desde un enfoque intercultural.

Entendiendo la crianza, desde la definición de Pierre Bordieu, como un mecanismo de socialización familiar, que constituye la producción social de obligaciones y responsabilidades parentales y marentales que se registran en contextos específicos. Claudia León, responsable del área de Educación e Interculturalidad del Servicio Jesuita a Migrantes, señala que es importante no referirse a un solo modelo de crianza intercultural, sino a distintos modelos, respetando así la diversidad de familias y contextos en los que éstas se forman; los mismos que determinarán los modelos de crianza de las familias.

En el caso de las familias migrantes, lo anterior se verá condicionado por la cultura de origen de la familia, las características socioeconómicas del lugar en el que viven o al que migraron, los mecanismos de relación familiar entre los integrantes de la misma. Por consiguiente, las familias en proceso de migración se ven afectadas por factores externos como el modelo de crianza en el lugar de acogida que a veces suele contrastar con la experiencia de los cuidadores en el país de

origen en lo que respecta a la crianza de sus hijas e hijos. Así, algunos de los factores que complican el rol de las cuidadores y los cuidadores a la hora de criar y dar mayor protección a sus hijas e hijos en un nuevo territorio son: la regularización migratoria, la falta de redes de apoyo, el desconocimiento de la red pública, el desconocimiento del sistema de protección, el desconocimiento de derechos, las situaciones estructurales de vulneración, el racismo y la discriminación, las diferencias culturales, la falta de acompañamiento preventivo y modelos de buen trato a las familias; resalta León.

En conclusión, la importancia de la interculturalidad radica en las consecuencias positivas de su aplicación en distintas áreas como la educación, crianza, salud, construcción de políticas públicas, entre otras. Además, que traerán consigo menor desigualdad, mayor inclusión, empatía, promoción del diálogo, respeto de los diversos modelos de crianza, promoción de la valoración cultural del territorio de origen como el de acogida de cada familia.